Eragon

—No me gusta todo esto —dijo Eragon con tristeza.

—¡Ah, pero olvidas algo!

—¿Qué? —preguntó.

—Pues que hay algo bueno en esta situación: el rey no puede permitirse que hay a otro Jinete que vague por el mundo, y que él no controle. Galbatorix es el único Jinete conocido con vida, además de ti, pero le gustaría tener a otro Jinete bajo sus órdenes. Por eso te ofrecerá la oportunidad de servirlo, antes de matar a Roran. Desgraciadamente, si alguna vez se acerca lo suficiente para hacerte esa proposición, será demasiado tarde para que la rechaces y sigas vivo.

—¡Y a eso lo llamas bueno!

—Es lo único que protege a Roran. Hasta que el rey no sepa de qué lado estás, no se arriesgará a alejarte matando a tu primo. Tenlo siempre presente. Los Ra’zac asesinaron a Garrow, pero creo que fue una decisión que no reflexionaron en absoluto. Por lo que sé sobre Galbatorix, él no la hubiera aprobado a menos que ganara algo con ella.

—¿Y cómo podré rechazar los deseos del rey si me amenaza con la muerte? —preguntó Eragon de repente. Brom suspiró. Se acercó a la mesilla de noche y se humedeció los dedos en un cuenco con agua de rosas.

—Galbatorix desea tu servicial cooperación. Sin ella, eres más que inútil para él. La pregunta entonces es la siguiente: si alguna vez te enfrentas a esa disyuntiva, ¿estarías dispuesto a morir por lo que crees? Porque ése es el único motivo por el que podrás negarte. —La pregunta se quedó flotando en el aire—. Es una pregunta difícil —añadió al fin Brom—, y no se puede responder hasta que uno se enfrenta a ella. Ten presente que mucha gente ha muerto por sus creencias; en realidad es algo bastante común. El auténtico valor es vivir y sufrir por lo que uno cree.

 

Eragon – Christopher Paolini