La Comunidad del Anillo

-¡Es terrible! -exclamó Frodo-. Mucho peor de lo que imaginé, luego de tus insinuaciones y advertencias. Gandalf, mi mejor amigo, ¿qué debo hacer? Porque ahora estoy realmente asustado. ¿Qué debo hacer? ¡Qué lástima que Bilbo no haya matado a esa vil criatura cuando tuvo la oportunidad!

-¿Lástima? Sí, fue lástima lo que detuvo la mano de Bilbo. Lástima y misericordia: no matar sin necesidad. Y ha sido bien recompensado, Frodo; puedes estar seguro: la maldad lo rozó apenas y al fin pudo escapar por el modo en que tomó posesión del Anillo, con lástima.

-Lo lamento -dijo Frodo-; estoy asustado y no siento ninguna lástima por Gollum.

-No lo has visto -interrumpió Gandalf.

-No, y no quiero verlo -replicó Frodo-. No puedo entenderte. ¿Quieres decir que tú y los elfos habéis dejado que siguiera viviendo después de todas esas horribles hazañas? Ahora, de cualquier modo, es tan malo como un orco y además un enemigo. Merece la muerte.

-La merece, sin duda. Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida. ¿Puedes devolver la vida? Entonces no te apresures a dispensar la muerte, pues ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos. No hay muchas esperanzas de que Gollum tenga cura antes de morir, pero creo que aún podría salvarse: está ligado al destino del Anillo. El corazón me dice que todavía tiene un papel que desempeñar, para bien o para mal, antes del fin y cuando éste llegue, la misericordia de Bilbo puede determinar el destino de muchos, no menos que el tuyo.

 

El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo – J. R. R. Tolkien